Cuando te rompa el corazón a los 30 años



Aquel momento que no puedes creer que con la edad de treinta años alguien fue capaz de romper tu corazón. Sientes un dolor y a la vez una frustración muy profunda, porque creías estar preparado para eso, sin embargo en mi opinión no importa cuántas veces te ha pasado y mucho menos la edad; pero una cosa es cierta, a estas alturas de la vida una ruptura así  podría ser una de las más dolorosas.



Cuando un adulto después de vencer tantos tabús, expectativas e miedos, decide transponer a estas barreras para empezar algún fleteo o una relación y por fin se ve enamorado llegando a pensar que ha encontrado esta persona que tanto esperaba, hace hasta el imposible para minimizar las diferencias, porque trae una carga emocional diferente de las demás por creer que ya es el suficiente experimentado para lidiar con todo eso y que la hora ha llegado ,por fin. Pero la vida siempre sale con la suya.



En mí caso yo así siempre pensé, y la última vez que me acuerdo que me ha pasado esto de estar   llorando por alguien tenía 18 años, lloraba por las esquinas de la cocina sentada en el piso y mi papa me decía que todavía tenía una vida por delante, que conocería alguien y que tenía que dejar ir a este. Aprendes todo esto, aprendes a dejar que se vaya todo que no es para ti, pero la verdad después de tantos años ya no es tan placentero tener que vivir esto otra vez. ¡Hasta porque uno piensa que con una es suficiente!



El problema es que cuando alguien te rompe el corazón a los treinta años como en mi caso, experimentas un dolor muy intenso y tienes que usar esta tan hablada inteligencia emocional para volver a ponerse en pie.



He llorado de enojo, he escrito cosas por impulso, he hecho cosas que quizás  no haría jamás: molestar alguien por haber decidido irse, molestar no sentido de enviar aquellas malditas mensajes donde se nota el cuanto tu todavía estas hecho pedazos y que no es capaz de superarlo.



Pero mi punto no es venir aquí y hablar que nosotros tenemos que superar ya que tenemos treinta años o más porque ya somos muy grandecitos para esto.



Vengo a decirles sobre este dolor, describirlo…es como comer su chocolate predilecto y de repente tu doctor te diga que ya no podrás hacerlo porque estas con diabetes y  deberás dejar de hacerlo...

¿Irás olvidar el chocolate porque el doctor dijo que ya no podrás comerlo?

¡La respuesta es no! No vas a olvidar jamás, simplemente vas a criar una conciencia de que para tu bien el bien de tu cuerpo no podrás comértelo, pero siempre vas a decir que fue tu chocolate favorito.





Bueno hasta ahí muy bien y ya parece lo suficiente maduro para aceptar esto, lo que pasa que empiezas a decir por qué tuviste que pasar esto otra vez, va a venir personas a decir que necesitas acéptalo que es mejor. Pero no "manches" por favor, ¡ya sabemos todo esto!

Lo que no entiende ellos, que te han roto el corazón a estas alturas y no lo vas a superar tan pronto, aunque quisiera, por lo menos en mi caso, que ya ha pasado dos meses y todavía tengo la sensación que me va a durar toda la vida.



Me molesta hablar de estos con mis amigos, la verdad solo hablo con gente como yo que les han pasado, porque es aquel dolor intenso, donde puedes sentir la herida, no que me ha hecho algo malo, por lo contrario era la persona más bella y noble que he conocido. ¿Entonces por qué estoy llorando?

Es justamente por eso, por haber conocido alguien que en aquel momento suplía todas mis expectativas, lo aceptaba y él aceptaba a mí.



En fin no sé cuánto tiempo se tarda una persona “madura conscientemente” para superar algo así, me hace tan impresionante este dolor, que no sabía que todavía podría sentir todo eso.

A veces lo que más me irrita es que mientras te cuesta olvidar esta persona, esta persona ya te superó mucho tiempo y por eso creo que para personas esclarecidas como nosotros nos duele, ¡bueno duele a cualquier uno! Duele recordar su perfume, duele pensar que ni siquiera sepa que de verdad fui feliz a su lado, satisfecha con los detalles más tontos y que me enamoré del lado más sencillo de esta persona.



Lo bueno es que no ocultamos nuestros sentimientos y dicen que el más fuerte no es quien soporta, sino quien es capaz de “soltar”…


Comentários

Anônimo disse…
Hola Amiga,

Por azahares del destino encontré este articulo y al leerlo quise compartir mi opinión al respecto.

Creo que no es cuestión de edad lo que nos sucede, el corazón a veces no entiende de edades, así que no te sientas mal porque a tu edad te sucedió ya que podría sucederle a cualquier persona de cualquier edad. Simplemente habías idealizado lo que querías pero la otra persona tenía otro concepto de eso mismo que tú querías. Ando en mis 30's tambien y suelo idealizar cosas de esa misma indole a veces, asi que te comprendo.

Permíteme compartirte este texto que puede ser de utilidad en estos momentos:

El buda Shakyamuni consideró que la causa fundamental del sufrimiento era la tendencia del ser humano a desarrollar apegos de la más variada índole, y el desconocimiento del principio de la transitoriedad de todos los fenómenos, es decir, el hecho de que todo está en constante cambio y nada permanece igual. El bienestar, la dicha, la suerte, el afecto, la salud y la prosperidad están sometidos al flujo incierto de la vida. Sin embargo, el ser humano sufre cuando se ve despojado de las cosas que le son valiosas, y se ve profundamente impactado.

Es imposible vivir sin apegos o deshacerse de ellos. El interés, la pasión, el afecto por otros, la búsqueda del éxito y el apego por la vida misma son inclinaciones que se convierten en causa de sufrimiento, pero también son un componente esencial de nuestra humanidad.

El budismo explica que así como la flor de loto abre sus inmaculados pétalos en medio de aguas fangosas, el ser humano puede vivir una existencia triunfal en medio de las vicisitudes de la vida.

Shakyamuni nos dice que la causa fundamental de la infelicidad en que vive la gente es la tendencia a desarrollar apegos de la más variada índole. Un apego, así como suena, es una sujeción que nos mantiene 'atados' en algún aspecto de nuestro corazón. El término se refiere a los deseos mundanos, las ansias e impulsos.

Quienes viven sujetos a los apegos generados desde su yo inferior, invariablemente quedan controlados por el egoísmo y la negatividad.
Cuando profundizamos nuestra fe en la Ley Mística atravesamos nuestra ignorancia y oscuridad interior, y vivimos fieles a nuestro yo superior o identidad verdadera, en forma natural, llegamos a sentir un agradecimiento infinito por todos los que nos rodean, por quienes nos han apoyado, y nos han ayudado a ser lo que somos. Todo se reduce, entonces, a si vivimos basados en nuestro yo superior o permanecemos apegados a nuestro pequeño yo.
Fundamentalmente, la vida de todos los seres humanos está dotada de suprema nobleza; cada persona es una valiosa y respetable entidad de la Ley Mística, y todas poseen el recurso de una sabiduría infinita e inagotable. Cuando tomamos conciencia de nuestra verdadera identidad –es decir, nuestro yo superior—, podemos obtener una sabiduría infinita y trascender y refutar todas las ilusiones y sufrimientos derivados del apego a nuestro yo pequeño. Aquí yace el camino para construir una felicidad genuina. Una de las características principales del yo superior es la misericordia o el amor compasivo. Un estado liberado de los apegos es cuando una persona puede utilizar toda su energía en actuar con consideración por el bien ajeno, en lugar de utilizarla en debatirse en el remolino de sus apegos.

Para concluir me gustaría compartirte una frase que siempre tengo en cuenta y trato de llevarla a cabo cada vez que tengo momentos difíciles.

“Cuando haya momentos difíciles trata de no dejarte consumir por ellos ya que como toda cosa que es impermanente eventualmente, al igual cuando hay momentos felices trata de vivirlos al máximo pues de igual manera no será para siempre, es la ley de la vida “

Un fuerte abrazo

Atte: Carmelo
Cris disse…
Hola Carmelo, bonito texto y una muy Buena reflexion, gracias por compartirlo :)

saludos.

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